El cambio climático afecta las viñas de diversas maneras. El aumento en la frecuencia e intensidad de eventos climáticos extremos, como olas de calor, heladas tardías y tormentas severas, daña los cultivos y reduce los rendimientos, como se pudo constatar durante 2023, que tuvo la peor cosecha de uva del mundo en 62 años, según revela un informe de la Organización Internacional de la Viña y el Vino, a la que pertenece España.
Además, las variaciones en las temperaturas y las precipitaciones pueden alterar el ciclo de crecimiento de la vid, afectando la maduración de la uva y la calidad del vino producido. Asimismo, el cambio climático también puede influir en la propagación de enfermedades de las plantas y en la distribución de plagas, lo que requiere medidas adicionales de gestión y control por parte de los viticultores. Todos estos factores representan un desafío significativo para la industria vitivinícola, que debe adaptarse mediante prácticas agrícolas sostenibles y técnicas de cultivo más resilientes.
Para combatir los efectos del cambio climático en los viñedos españoles, se deberían implementar algunas (preferiblemente todas) de las siguientes medidas:
- Adopción de prácticas agrícolas sostenibles: Promover técnicas de cultivo que minimicen el impacto ambiental, como la agricultura de conservación (un enfoque agrícola que se centra en la preservación y mejora de la salud del suelo, la reducción de la erosión y la promoción de la biodiversidad, mientras se mantiene o aumenta la productividad agrícola), o la gestión integrada de plagas (combinando técnicas y estrategias para minimizar los impactos negativos de las plagas en los cultivos, mientras intentamos reducir al mínimo el uso de pesticidas, para proteger el medio ambiente y la salud humana).
- Diversificación de variedades de uva: Introducir y cultivar variedades de uva más resistentes al calor, la sequía y otras condiciones climáticas adversas.
- Mejora de la gestión del agua: Implementar sistemas de riego más eficientes y tecnologías de conservación del agua para garantizar un suministro adecuado durante períodos de sequía.
- I + D: Invertir en investigación para desarrollar nuevas técnicas y variedades de uva adaptadas al cambio climático, así como en la mejora de sistemas de alerta temprana para eventos climáticos extremos.
- Promoción de la biodiversidad: Fomentar la biodiversidad en y alrededor de los viñedos para mejorar la resiliencia ecológica y reducir la vulnerabilidad a los impactos del cambio climático.
- Certificaciones y etiquetado ambiental: Apoyar iniciativas de certificación y etiquetado que reconozcan y promuevan prácticas agrícolas sostenibles y respetuosas con el medio ambiente.
- Adaptación y planificación a largo plazo: Desarrollar planes de adaptación al cambio climático a nivel regional y nacional que aborden los desafíos específicos de la viticultura y promuevan la resiliencia a largo plazo.
Estas medidas, combinadas con una mayor conciencia y acción a nivel global para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, pueden ayudar a mitigar los impactos del cambio climático en los viñedos españoles y en la industria vitivinícola en general.